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fachadas 03.02.2023
Antes de ejecutar un revestimiento en una fachada es imprescindible verificar que el soporte que recibirá la instalación cumple las condiciones idóneas de estabilidad y limpieza.
Un paramento con irregularidades, restos de pintura o humedades origina problemas de adherencia que pone en riesgo el correcto funcionamiento y la durabilidad de un sistema SATE.
Es necesario arreglar las grietas y desconchados que presente la superficie, retirando el material suelo y reparando la zona con el mortero adecuado para restablecer la planeidad de la fachada y reforzar su resistencia mecánica.
Igualmente, la presencia de humedad, especialmente en las zonas de zócalo, junto con las algas y moho son síntomas de degradación que deberán tratarse para evitar fallos de adherencia con el futuro revestimiento.
Son diversas las patologías que pueden detectarse en cualquier fachada antigua que se pretenda revestir, generalmente derivadas de la heterogeneidad de los materiales empleados en su construcción.
En este artículo indicaremos las tres más importantes.
Por el contrario, si la grieta ha roto también el soporte, es recomendable realizar el cosido utilizando grapas metálicas o pletinas con anclajes
Se debe procurar que las grapas no queden colocadas en paralelo entre sí, sino en ángulo, para que el cosido absorba los esfuerzos de tracción que se generen en cualquier dirección dentro del soporte.
En caso de que la grieta o fisura no esté estabilizada, circunstancia habitual en construcciones sobre terrenos arcillosos, es indicación de que se ha producido algún error en la ejecución de la cimentación.
Las arcillas sufren contracciones y expansiones a lo largo del año por causa de la climatología, lo que ocasiona tensiones que pueden causar fracturas en la estructura del edificio si no se tuvieron en cuenta durante el proceso de cálculo.
Es importante señalar que el revestimiento exterior de un inmueble no debe utilizarse para ocultar una grieta surgida por movimientos estructurales, especialmente si la grieta está activa, porque ese problema terminará afectando también al propio acabado.
Los hongos son microorganismos que tienen la capacidad de permanecer vivos detrás del revestimiento y, si se dan las condiciones adecuadas de humedad y temperatura, pueden afloran a la superficie en forma de tonalidades negras, rojas o blancas.
Aparentemente, este tipo de patología solo afecta a nivel estético, pero si no se soluciona puede ocasionar un problema de salubridad a largo plazo, por lo que es necesario proceder a su eliminación con un fungicida antes de revestir la pared.
Las algas suelen ser de color verdoso, y son fáciles de eliminar con agua y un detergente adecuado.
No se deben confundir los hongos y algas con las eflorescencias, derivadas del aporte de sales solubles procedentes del subsuelo que alcanzaron la estructura por capilaridad.
Se pueden eliminar mediante cepillado o con chorro de agua a presión.
Las fachadas de edificios antiguos suelen presentar deficiencias constructivas derivadas de la naturaleza heterogénea de los materiales empleados. Las patologías habituales suelen ser disminución de la resistencia mecánica, falta de cohesión, grandes oquedades y presencia de verdín.
Es necesario analizar el paramento para aplicar el tratamiento adecuado, retirando el material suelo, eliminando la suciedad, y consolidando el muro, para a continuación aplicar un enlucido o enfoscado hasta alcanzar el plano correcto sobre el que se fijará la solución SATE.
Finalmente, y especialmente en obra nueva, una buena práctica consiste en dejar pasar un tiempo antes de colocar el acabado sobre la envolvente térmica del edificio. De esta manera se da tiempo a que la estructura del inmueble se asiente, la cimentación se acomode en el terreno y el edificio quede estabilizado. El objetivo es que el revestimiento final no quede sometido a esfuerzos inapropiados procedentes de los movimientos estructurales de la obra.